viernes, 13 de septiembre de 2013

Farabeuf o la crónica de un instante - Salvador Elizondo


 



Farabeuf o la crónica de un instante (publicada y ganadora del Premio Xavier Villaurrutia en 1965, Séptima edición por el FCE en 2009) fue la primer novela de Salvador Elizondo (escritor, dramaturgo y traductor mexicano, 1932-2006). La narración tiene una estructura circular y ha sido clasificada como “un clásico moderno de la literatura en lengua española.” y “...es un hito de fuego en la literatura contemporánea, una antorcha hiriente que ilumina el aterrador instante [la agonía de un torturado y destazado moribundo oriental] captado supuestamente durante una revuelta del año 1900 en Pekín por un fotógrafo que puso la plancha en las manos del doctor H. L. Farabeuf.”



Farabeuf no es una novela convencional. En menos de 200 páginas y 9 capítulos, el autor relata la impresión que produjo en él la fotografía de un supliciado ensimismado, misma fotografía que está impresa en la página 145 del libro y que es del todo descriptiva, en donde se muestra la tortura previa a una ejecución china llamada Ling Ching o Leng T'ché, que en español significa 'muerte por mil cortes':








Elizondo une el método de adivinación china del I Ching, un romance anclado en el recuerdo, memorias confusas e inconclusas con las que se trata de armar el enigma con el que inicia la novela, prácticas médicas dudosas y fijaciones arriesgadas. Por crónica de un instante, Elizondo hace referencia a ese segundo en que es capturado el moribundo antes de perecer, es su último instante de vida plasmado en un papel fotográfico y todo el significado que su existencia pudo haber tenido, la fuerza de la presencia que se esfuma y una esencia que se desintegra en el plano terrenal, el momento preciso en que recibe la inmortalidad, ya sin un cuerpo:



Fotografiad a un moribundo —dijo Farabeuf—,

y ved lo que pasa. Pero tened en cuenta que un moribundo

es un hombre en el acto de morir y que el acto de morir

es un acto que dura un instante —dijo Farabeuf—,

y que por lo tanto, para fotografiar a un moribundo

es preciso que el obturador del aparato fotográfico

acciones precisamente en el único instante

en el que el hombre es un moribundo, es decir,

en el instante mismo en que el hombre muere.



La fotografía —dijo el doctor Farabeuf— es una forma estática de la inmortalidad.



Farabeuf es un enigma construido por la erudición literaria y médica de Elizondo, es una biografía “secreta” (aunque el término más apropiado, en parte, sería“ficticia”) del Dr. Louis Hubert Farabeuf (cirujano francés, 1841-1910), que escribió varios folletos y un manual de cirugía, que incluso es mencionado por Elizondo en la novela como un libro titulado Aspects Médicaux de la Torture Chinoise, cuyo supuesto autor es H. L. Farabeuf, jugando sólo con el orden de las iniciales del nombre real del doctor.



Es impresionante como una fotografía puede activar un mecanismo de escritura capaz de generar todo un mundo girando al rededor de esa primera impresión. 



Esta novela la leí en la facultad y gracias a ella conocí a este gran autor, fue fascinante encontrar un libro tan desconcertante para mí en ese entonces, y el cuadro cómico de 30 estudiantes viendo la imagen de la fotografía impresa en el libro antes de comenzar su lectura. Al terminar, me quedé con una sensación demasiado extraña, pues a pesar de las especulaciones y los comentarios sobre que la historia no seguía un hilo conductor muy específico (para mí claro que lo tiene) o que no llegaba a nada o que la lectura era difícil (sin alardear puedo decir que a mi me encantó, pues todos los temas que Elizondo toca son de mi total agrado e incluso fascinación: tortura, ejecución, instrumentos y prácticas médicas como amputaciones y disecciones, tópicos fundamentales humanos como el olvido, la memoria, el recuerdo y la afición de las relaciones interpersonales y varios más) preferí dejar de lado esas críticas y decidir personalmente, bajo mi criterio, sobre este libro y sus implicaciones, como espero que ustedes también lo hagan.

Como dato extra, existe una web francesa muy bien documentada sobre la tortura china y los distintos métodos de ejecución, con fotografías y la información necesaria.



Este símbolo aparece en el capítulo VI, mismo en que está impresa la fotografía del suplicio, y me pareció lo más apropiado para finalizar la reseña:
 
Es el número seis y se pronuncia liú. La disposición de los trazos que lo forman recuerda la actitud del supliciado y también la forma de una estrella de mas, ¿verdad? P. 154



Varias son las frases memorables de Farabeuf, a continuación transcribo algunas de mis favoritas:



Es preciso que yo lo reviva todo en tu memoria renuente...” P. 17



Hemos jugado a tocar nuestros cuerpos sobre esa superficie fría, a besarnos en la imagen reflejada sin que nuestros labios se tocaran jamás”. P. 24



Es necesario que no me atormentes con esa posibilidad de la memoria.” P. 25



Soy capaz de imaginarme a mí misma convertida en algo que no soy, pero no en algo que he sido; soy, tal vez, el recuerdo remotísimo de mí misma en la memoria de otra que yo he imaginado ser.” P. 25



... a un grupo de dementes o de idiotas en una función de festival de manicomio barato.” P. 33



... en esa actitud de entrega, en ese abandono que va más allá de la vida, en ese solo instante en que, como en el coito, la desnudez y la muerte se confunden y en que todos los cuerpos, (...) exhalan un efluvio de morgue, de carroña conservada asépticamente, en que la gasa impoluta recibe sin que apenas nos demos cuenta de ello, como si fuera el escupitajo de un verdugo, una violenta salpicadura de pus.” P.37



Sabíamos que la lluvia caía afuera... lejos de esa voluptuosidad que nos mantenía unidos... unidos tal vez para siempre...” P. 49



... me refiero al hecho posible, aunque desgraciadamente improbable, de que nosotros no seamos propiamente nosotros o que seamos cualquier otro género de figuración o solipsismo... como que, por ejemplo, seamos la imagen en un espejo, o que seamos los personajes de una novela o de un relato, o, ¿por qué no?, que estemos muertos.” P.65



¿Quién es ese hombre que lleva la noche consigo dondequiera que va?” P.69



En efecto, existe algo más tenaz que la memoria – pensó –: el olvido.” P. 76



El olvido es más tenaz que la memoria.” P. 84



-Hubieras querido regalárteme muerta, ¿no es así?” P. 93



Podríamos, por otra parte, ser la conjunción de sueños que están siendo soñados por seres diversos en diferentes lugares del mundo. Somos el sueño de otro, ¿Por qué no? O una mentira.” P.96



Somos el pensamiento de un demente. Alguno de nosotros es real y los demás somos su alucinación.” P. 96



... y cuando apareció se produjo en tu memoria, con el olvido, una confusión lamentable.” P.128



... el suplicio es una forma de escritura.” P.135



... y comprendí que el dolor, de tan intenso, se convierte de pronto en orgasmo.” P. 141



Sólo puede torturar quien ha resistido la tortura.” P. 149



... en el florecimiento de las vísceras que brotan a través de las incisiones como los retoños de una primavera tenebrosa.” P.157



¿Pretendes escaparte hacia mi olvido, perderte en esa soledad hecha de sombras?” P. 169

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